lunes, 20 de junio de 2011
Cuando empecé a trabajar en el centro de ski fue la raja. Me sentía de las mil maravillas porque , por sobre todo, la pega me la había conseguido sola. Además, trabajar allá, para todos es algo que "te sube el pelo". Lo malo fue que no me medí al momento de sentirme demasiado bien por esos lados, entonces cuando, de un día para otro, no volví más, creo que quedé colgando de una pata. Debí desligarme antes de ese lugar. En la vida dicen que no debemos aferrarnos a las cosas, pero es que esa experencia fue total (en todo aspecto). Ahora creo que debo regresar a mi ciudad, debo recordar que mi vida está aquí en este lugar y no en las montañas, como lo pensé en algún momento. Debí anteponerme a los hechos, pero lo olvidé. Me cegué y embobé con la experiencia y lo nuevo, y dejé atrás cosas fundamentales como mis origenes básicos. Es por esto que el golpe y el quiebre con ese lugar fue bastante "hard". Dejé de ver a muchas personas, dejé de ir a un lugar geográficamente hermoso, casi el lugar perfecto para trabajar. Dejé esa sensación de independencia y libertad que consiguió atraparme en un inicio y que hoy me deja caer.
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